Y si se tratara de Joaquín por
qué tenía que ponerme tan nerviosa, lo había visto una sola vez hacía ya un par
de meses en estos mismo jardines del Hotel Atitlán. No tenía ningún sentido
revolotear con mariposeos en el vientre, aun pensando que durante aquella
velada, todo el tiempo, él estuviese comprometido. ¿Habrá escrito al respecto
en aquel papel que me mandó con un mesero?, ese que decidí tirar para no
predisponerme a los llamados del destino.
- Joaquín no tarda en venir- se escuchó como una
vocesita de advertencia que me hizo dar un salto sobre el mismo lugar en el que
me encontraba parada.
Había sido un fragmento de la
charla que alcancé a escuchar entre dos señoras con vestidos elegantes que se
apresuraban a tomar un asiento de las sillas bien predispuestas en los hermosos
jardines del Hotel Atitlan. Los primeros invitados comenzaron a llegar. Veía
aquel escenario a distancia; la emoción, las sonrisas, torbellinosos y afanosos
saludos que se dedicaban los que parecían tenían mucho tiempo de no verse.
No comments:
Post a Comment